E. 212. DULZURA
Elijo
este tema a colación de esta bella frase que me he encontrado de Voltaire, «La
belleza complace a los ojos; la dulzura encadena el alma», en la que se destaca
la dualidad entre la belleza visual, fenómeno superficial instantáneo con el
poder de atraer y deleitar nuestros sentidos generando placer estético y
admiración y, la dulzura emocional, a un nivel mucho más profundo y duradero
que afecta nuestro ser interior nutriendo nuestro bienestar emocional.
Podríamos
definirla como una cualidad de la inteligencia de la sensibilidad que requiere
constancia, paciencia y saber perdonarnos cuando por tan sensibles nos sentimos
heridos, contraria a la competitividad
que nos invade, que llega a través de la amabilidad y el interés honesto por
llevar felicidad al otro sin dañar aliviando amarguras e incomodidades, con
acciones, palabras y gestos valientes sin adulaciones, ni piropos o sonrisas
forzadas y artificiales, que cultivados en nuestras interacciones cotidianas
silenciosamente pero de forma combativa, transmiten bondad, empatía, ternura y
nutren las relaciones creando lazos emocionales perdurables.
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